Seguramente has escuchado hablar del Mindfulness. En este breve artículo te explicaré qué es y los beneficios de practicarlo regularmente.
En primer lugar, la palabra Mindfulness deriva del inglés mindful (“consciente”) y ness (“la cualidad de estar consciente”). En español no hay un término exacto, pero lo podemos traducir como “atención plena o conciencia plena”.
Tiene sus antecedentes en el budismo, concretamente en la meditación zen (postura y respiración) y la meditación vipassana (autoobservación, ver las cosas tal como son). Sin embargo, el Mindfulness como tal está desprovisto de cualquier creencia y fe religiosa. De hecho, son una serie de prácticas que nada tienen que ver con la religión y es por esa razón que se ha podido extender mundialmente y que lo practican millones de personas.
Llamamos Mindfulness a una serie de prácticas meditativas o técnicas, validadas científicamente, que se dirigen a entrenar la mente para que pueda estar serena y conectada con el momento presente.
Se trata de un protocolo estudiado científicamente, que otorga un resultado concreto en los pacientes a los que se aplica.
Encabezados por el médico e investigador estadounidense Jon Kabat-Zinn, esta disciplina surgió de la voluntad de un grupo de psiquiatras y psicólogos de encontrar herramientas para aliviar el estrés y paliar el sufrimiento de pacientes con dolor crónico en la Universidad de Massachussets, allá por los años 90.
Desde entonces, no han cesado los estudios científicos al respecto, los cuales avalan al Mindfulness como una disciplina con aplicaciones terapéuticas.
En definitiva, Mindfulness es un entrenamiento mental a través de la práctica de la atención plena, que nos ayuda a cambiar hábitos mentales negativos como la preocupación, la autocrítica, el victimismo, el miedo al futuro, etc y sustituirlos por patrones mentales más positivos. No es de extrañar, por tanto, que tenga importantes efectos a la hora de reducir el estrés y la ansiedad.
Veamos ahora cuáles son los principales beneficios de este entrenamiento mental:
– Evita que actuemos en modo “piloto automático” y nos ayuda a ser más conscientes de la importancia de prestar atención.
– Centra la mente más allá del pensamiento o la idea y nos ayuda a tranquilizarnos.
– Tiene en cuenta el presente (no el pasado ni el futuro), y hace que nos centremos en el aquí y el ahora.
– Facilita el reconocimiento de los hábitos negativos que tenemos que eliminar y de los hábitos positivos que tenemos que fomentar.
– Contempla las sensaciones, las emociones, los pensamientos y las ideas, no como realidades, sino como fenómenos de la mente que se pueden cambiar.
– Se aprende a gestionar las emociones y a controlar las rumiaciones (pensamiento recurrentes negativos). Es una forma de practicar inteligencia emocional.
– Aumenta la concentración y la lucidez.
-Aumenta la resiliencia, que es la capacidad de responder o resistir ante la adversidad.
– Aumenta la empatía y mejora la relación con los demás.
– Reduce el estrés y la ansiedad.
Los beneficios, por lo tanto, son a nivel físico, mental y emocional.
Todo ello se ha podido comprobar científicamente a través de ensayos clínicos practicados en el campo de la Neurociencia, llegando a la conclusión que la práctica de la meditación favorece cambios en nuestras conexiones neuronales, es decir, cambios cerebrales a medio y corto plazo. En definitiva, la Neurociencia ha demostrado que la meditación modifica la actividad del cerebro.
Se trata, pues, de una poderosa herramienta terapéutica para conseguir bienestar emocional, mental y físico, que puede practicar todo el mundo, que no requiere grandes conocimientos y que sólo exige de nuestra voluntad y de una pequeña parte de nuestro tiempo.
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Rosa M. Fraire (junio 2023)