Cada año, entre el 21 y el 23 de diciembre, se produce un fenómeno astrológico importante: el Solsticio de Invierno, el día más corto del año. [i]
Del latín “sol” y “sístere” (sol quieto), el sol parece que detenga su camino de descenso a la penumbra y vuelve a ascender poco a poco. Los días empiezan a ser más largos y las noches más cortas. Este ciclo solar finaliza con el Solsticio de Verano (entre el 20 y el 22 de junio), momento en que el Sol vuelve a detenerse en su ascensión y comienza de nuevo su camino de descenso.
Este fenómeno solar no pasó desapercibido por las culturas antiguas, aquellas que vivían pendientes del cielo: de las estrellas que guiaban a los viajeros durante sus travesías, de las 4 fases de la luna, del paso de un cometa, de las alineaciones planetarias…y de algo tan simple y a la vez tan mágico como la salida y la puesta del sol.
Los antiguos humanos descubrieron en el cielo todas las señales que necesitaban para sembrar, recolectar, podar, cazar o partir de viaje. Los ritmos naturales del planeta marcaban también sus ritmos de vida.
En esa época, el ritmo de vida de los hombres latía al unísono con el planeta. Para aquellos hombres antiguos, el Sol era la vida, la energía, la abundancia, el poder creador… y pronto fue considerado como el Dios supremo: el Dios Sol.
En el Solsticio de Invierno el Sol renace. Tras la época oscura marcada por los meses de otoño, aquellos hombres ven que hay luz al final del túnel. Es una época de optimismo, celebración y alegría.
En las culturas antiguas este regreso del Sol viene representado mitológicamente por el arquetipo del Niño Santo: el nacimiento del hijo del Sol, el Hijo de Dios que viene a salvar al mundo, es el héroe que vence al caos y la oscuridad y devuelve el resplandor y la calma a la humanidad. El Niño Santo es un arquetipo espiritual que aparece en todas las culturas y toma diversas formas: Horus en el Antiguo Egipto, Ganesha en la India, Apolo en la cultura greco-romana…hasta llegar a Jesús en la cultura cristiana.
La celebración del solsticio de invierno se convierte, entonces, en la celebración del nacimiento del hijo del Sol.
Sabemos que el solsticio de invierno se celebraba ya por los pueblos celtas hace unos 3.000 años. A esta festividad la llamaban YULE y duraba aproximadamente unos 12 días. En ella celebraban el nacimiento de Frey, el dios nórdico del sol naciente, de la lluvia y la fertilidad. Las familias organizaban una gran comida y decoraban un roble con velas al que llamaban Idrasil o Árbol del Universo. ¿Os suena?
Posteriormente los romanos también celebraron esta fiesta bajo el nombre “Natalis Solis Invictus” o Nacimiento del Sol Invicto, asociada al nacimiento del dios Apolo.
Con la aparición en escena y auge del cristianismo, la Iglesia no dudó en reemplazar esta fiesta pagana del nacimiento del hijo del Sol, por la fiesta del nacimiento de su homólogo cristiano: el Niño Jesús.
Concretamente, en el Concilio de Nicea celebrado en el año 325 dC el papa Constantino el Grande fijó la fecha el 25 de diciembre, matando de esta manera dos pájaros de un tiro: acabó con la controversia respecto a la verdadera fecha de nacimiento de Jesús y acabó con la fiesta pagana.
Actualmente continuamos celebrando el nacimiento de Jesús el día 25 de diciembre, alargando la festividad hasta el 6 de enero. Sin embargo, el fenómeno astrológico marcado por el solsticio de invierno nos invita a realizar ese día celebraciones al margen de la festividad cristiana de la Navidad.
RITUALES PARA EL SOLSTICIO DE INVIERNO
Se trata de una noche mágica, de una gran potencia energética y especialmente recomendada para celebrar rituales de consagración de objetos, petición de deseos y meditaciones de bienvenida a la Luz.
El solsticio de invierno 2018 será el próximo 21 de diciembre. Y además coincide con la fase plena de la luna, con lo que la energía va a ser mucho más potente.
Desde Vida Màgica te proponemos la siguiente celebración:
- Dispon tu altar con los 4 elementos y aprovecha para consagrar y limpiar aquellos amuletos u objetos sagrados de tu elección: minerales, péndulos, Tarots, medallas, etc
- Escribe en un papel un listado de deseos para la humanidad: paz, salud, amor, generosidad, etc. Sitúalo en el centro de tu altar, junto con tus amuletos.
- Pon música suave y realiza una pequeña meditación de “Bienvenida a la Luz”: invita a tus ángeles, guías, maestros…y cómo no, a Jesús, a pasar estas Navidades en tu casa. Visualiza cómo un rayo de luz blanca desciende del cielo y entra en tu casa; incluso puedes distinguir unas figuras o siluetas de luz entrando e interactuando contigo. Déjate llevar y abre tu corazón a esa experiencia. Dales las gracias y cuando estés preparado, finaliza la meditación.
- Puedes finalizar el ritual quemando el papel de tus deseos para la humanidad con la vela del altar.
Muchas gracias y feliz SOLSTICIO DE INVIERNO!
Rosa M. Fraire (diciembre 2018)
[i] Estamos hablando del hemisferio norte del planeta. El solsticio de invierno en el hemisferio sur se produce entre el 20 y el 23 de junio, que se corresponde con el solsticio de verano en el hemisferio norte, ya que estos fenómenos se producen de forma invertida en ambos hemisferios.